La decadencia política y territorial de al-Ándalus.
A partir del año 1031, tras la finalización del califato de Córdoba, al-Ándalus inició una progresiva decadencia política y territorial. Esta fue aprovechada por los estados cristianos del norte peninsular para expandirse hacia el sur y extender su territorio.
Durante esta época, la evolución al-Ándalus por tres periodos: los reinos de taifas y la dominación almorávide y almohade.
1.1Los reinos de taifas (1031-1085)
Cada reino taifa comprendía una ciudad principal y el territorio de alrededor, y estuvo dominado por un determinado grupo étnico: -Los árabes, en Córdoba, Sevilla, Badajoz, Toledo, Zaragoza y Murcia.
-Los musulmanes de origen eslavo, en el este peninsular.
-Los bereberes, en Málaga y Sevilla.
Los estados cristianos del norte aprovecharon su debilidad, primero, para cobrarles tributos o parias a cambio de la paz; y, luego, para atacarlos. Así, Alfonso VI de León conquistó Toledo (1085).
1.2Los almorávides (1085-1144)
Tras la conquista de Toledo, temiendo desaparecer, los reyes de las taifas pidieron ayuda a los almorávides, bereberes nómadas que a principios del siglo XI habían formado un gran imperio en el norte de África, con capital en Marrakech.
Los almorávides entraron en la península en 1086 y, ese mismo año, derrotaron al ejército de Alfonso VI de León en la batalla de Sagrajas. Después, impusieron su dominio en al-Ándalus, que incorporaron a su imperio africano, e implantaron un fuerte radicalismo religioso, persiguieron a los mozárabes y a los judíos.
En 1145, se desintegraron en los llamados segundos reinos de taifas.
1.3Los almohades (1147-1224)
Los almohades tras conquistar Marrakech en 1147, sustituyeron a los almorávides en el norte de África. Penetraron en la Península ese mismo año, aunque no consiguieron dominar todo el territorio andalusí hasta 1172, en el que implantaron un mayor radicalismo religioso.
En un principio, los almohades paralizaron las conquistas cristianas al derrotar a Alfonso VI de Castilla en Alarcos (1195). Pero después, fueron derrotando en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que permitió el avance cristiano por el valle del Guadalquivir.
Desde ese momento, el poderío almohade decayó. Finalmente, los almohades fueron expulsados al norte de África, y al-Ándalus se desintegró en 1244 en los terceros reinos de taifas, que fueron conquistados progresivamente por los cristianos.
Desde 1238, y hasta su desaparición en 1492, el territorio andalusí quedó reducido al reino nazarí de Granada
EL REINO NAZARÍ DE GRANADA
El nacimiento de un Reino (1212 – 1246)
La configuración del Reino Nazarí comienza a fraguarse tras la batalla de las Navas de Tolosa, en Úbeda (1212), lugar donde la fuerza almohade cae derrotada ante las cristianas del norte peninsular. Tras el descalabro se produce un vacío de poder que se pugnará entre Ibn Hud y Muhammad Ibn al-Ahmar. El primero, Ibn Hud, se subleva contra los almohades tras la derrota de Las Navas de Tolosa, el segundo, al-Ahmar se subleva a su vez contra Ibn Hud. Al-Ahmar era señor de la Taifa de Arjona y se asienta con rapidez en Baza, Jaén y Guadix. La misma táctica será usada por su rival con un avance continuo, ocupando las zonas sin control almohade del sureste peninsular.
Esta rivalidad llega a su fin con la toma de Córdoba en 1236, por parte de Castilla. Esto reafirmará a Muhammad como el más capaz a la hora de liderar los resquicios territoriales que quedaban de Al Andalus, condenando así a Ibn Hud, que encontrará la muerte en Almería. Será la muerte de Ibn Hud la que dé fin a la idea de continuación del Al Andalus, pues su ideario político pasaba por contrarrestar el avance castellano con el apoyo de la población morisca uniendo los territorios anteriormente en control almohade y reestablecer de nuevo Al andalus. Con Muhammad desaparece la idea de recuperar lo perdido para dar paso a un nuevo reino musulmán en la península ibérica, sin aspiraciones de expansión y buscando un equilibrio en forma de paces que le permitieran resistir frente a su pujante vecino castellano.
La solución para evitar el avance y los continuos asedios que se producían fue la negociación de un pacto con Fernando III de Castilla de este modo nacía el Pacto de Jaén (1246). La primera condiciones sería el vasallaje del nuevo reino y el pago de parias de cuota anual, a la vez que se establecieron las fronteras entre ambos reinos. Así, definitivamente, el Reino Nazarí se configura con capital en Granada y realiza un triángulo geográfico con Almería y Málaga. Las fronteras: al norte, las ciudades cristianas de Jaén y Córdoba, al este Murcia[1]y en el oeste Sevilla.
Se podría hacer una división de la historia política nazarí en tres etapas a la parque los tres siglos en los que se mueve el reino. Siguiendo a Rachel Arié (Arié, 2004) se aprecian tres diferencias en estos siglos: en el siglo XIII sería la formación, el XIV el de desarrollo y por último el XV el ocaso y desaparición. Si del primer siglo tuviéramos que citar a un protagonista este sería Muhammad I, pues los primeros diez años del reino no fueron fáciles para Muhammad, que debió sortear una serie de amenazas externas y jugar un papel diplomático entre los reinos del norte de África y el castellano.
En este último caso se vio agravado con la llegada al trono de Alfonso X (1221-1284), pues este avanzó hacia el sur llegando hasta Jerez, además este tenía intereses en el norte de África, por ello acude constantemente al monarca granadino para que le cediese el estrecho y Tarifa para sus bases navales, cosa que no fue concedida debido al riesgo que suponía, por ello los castellanos se lanzaron a por Cádiz. Como vemos Alfonso X supuso un problema constante para los el reino y sus intereses, provocando situaciones de peligro constante. Estos diez primeros años fueron convulsos para los Nazaríes, en cualquier territorio fronterizo la expectación era ascendente ante la incertidumbre que había pues caían territorios con facilidad ante la belicosidad castellana que parecía no tener fin.
Los siguientes años que se sucedieron estuvieron siempre rodeados de las luchas fronterizas que eran constantes y de las conspiraciones mudéjares, pues será ahí donde el Reino Nazarí verá su baluarte para hacer daño a su vecino castellano. La realidad política y fronteriza de Granada pasaba por desarrollar amistades diplomáticas con los reinos del norte de África y los peninsulares, siendo cuestión capital para la pervivencia y fortaleza de su política estatal. Habrá un periodo que se podría llamar excepcional de cincuenta años de paz, entre 1350 y 1406, pues Castilla en esos momentos se encontraba en un conflicto interno y externo pero esta vez con la Corona de Aragón (La guerra castellano-aragonesa de 1356-1369), dando así un respiro al Reino Nazarí.
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